El béisbol cubano, símbolo del orgullo nacional, está sumido en una crisis alarmante que parece no tener fin. Juan Reinaldo Pérez Pardo, presidente de la Comisión Nacional de Béisbol, ha sido objeto de críticas constantes por parte de los aficionados, quienes denuncian su gestión como insuficiente, desacertada y carente de resultados tangibles.
El descontento no es gratuito. La afición, conocedora del deporte y apasionada por el juego, ha presenciado cómo decisiones erradas y una falta evidente de liderazgo han llevado al pasatiempo nacional por un camino de constantes fracasos y humillaciones. Cada derrota, cada paso atrás, es un recordatorio de la incapacidad de quienes lideran el béisbol cubano para generar un cambio significativo.
La selección, los jugadores y el futuro del deporte parecen estar en manos de una administración que no comprende ni respeta la importancia del béisbol como patrimonio nacional. Mientras los aficionados reclaman un plan estratégico y una renovación en los puestos clave, las acciones de quienes deberían liderar parecen enfocadas en mantener el statu, ignorando las voces de aquellos que verdaderamente entienden y aman el deporte.
Es momento de actuar. Es momento de exigir un cambio radical en las estructuras que no aportan ni generan progreso. La afición ya no está dispuesta a soportar la falta de visión, compromiso y resultados. El béisbol cubano merece un liderazgo que esté a la altura de su grandeza histórica y cultural. No es solo un juego, es parte de la identidad de una nación, y permitir que siga siendo maltratado es un despropósito que no será tolerado por quienes lo han defendido toda su vida.
Hoy, la voz de los aficionados resuena más fuerte que nunca. El cambio no es una opción, es una necesidad. Y esa necesidad debe ser atendida antes de que el béisbol cubano pierda completamente su esencia.